"Cauterets es un pueblo en el fondo de un valle, bastante triste, empedrado. El municipio posee un arancel propio para la entrada de mercancías. Hoteleros, guías, … un pueblo hambriento nos acosa; pero tenemos mucho valor, y, después de una fuerte resistencia, obtenemos el derecho de mirar y de elegir […]
[…]¡ Es mi viajero! , ¡ si te acercas te doy una zurra. ! Cada hotel tiene sus propios cazadores. Cazan: en invierno la gamuza y en verano el viajero” así es como Hippolyte Taine relata su impresiones en su Viaje a los Pirineos.
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En Cauterets es donde, tres siglos antes, Margarita de Angulema venía a tomar las aguas con su hija Juana de Albret.
« Cauterets debe su nombre (vallis caldarens, Cauldrès) a sus aguas termales conocidas desde antaño. Una tradición cuenta que César vino y se curó en la fuente que todavía lleva su nombre. Por muy respetables que sean las tradiciones, debo precisar que no se encuentra confirmación alguna de este hecho en los Comentarios del vencedor de las Galias. Lo que sí es más seguro, es que hasta el siglo XVI, las aguas de Cauterets tenían la suficiente fama en toda Francia, como para atraer a la hermana de Francisco I. La princesa relata en una carta, su estancia en Cauterets.
« El primer día de septiembre, cuando las aguas de los Pirineos empiezan a mostrar sus virtudes (vemos que la temporada de las aguas era más tardía en aquel entonces que hoy en día), varias personas, tanto de Francia, como de España o de otros lugares, se encontraron en las de Caulderès, unas para beber agua, otras para tomar baños y las demás para las aplicaciones de fangos, que son cosas tan maravillosas que los enfermos abandonados por sus médicos, vuelven totalmente curados. Pero a la hora de regresar, se encontraron con lluvias tan fuertes, que parecía como si a Dios se le hubiera olvidado la promesa que hizo a Noé, de nunca más destruir la tierra con un diluvio, ya que todas las cabañas y las viviendas de dicho Caulderès se anegaron de tal modo, que fue imposible permanecer ahí.
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